Linaje

Carta de disculpas y reparación

(read in English here)

Querides amigues, colegas y miembros de la comunidad:

Escribo esta carta con profundo pesar y dolor por los sentimientos de traición que han generado mis afirmaciones de pertenecer a un pueblo indígena y de asumir una identidad indígena. Mi familia me crió con la creencia de que soy cherokee. Después de que mi padre biológico regresó a Tailandia, mi madre me hizo creer que tenía ascendencia tailandesa y cherokee. Si bien nunca he reclamado la ciudadanía cherokee, las tradiciones orales de mi familia me llevaron a creer que descendía de estos antepasados​​. Muy recientemente, comencé a cuestionar las historias que me contó mi madre sobre quién soy. Estas preguntas existenciales han sacudido la tierra misma sobre la que estoy parada, los fundamentos de quién soy en el mundo. De mayor importancia, estas preguntas apuntan hacia la manera en que, sin proponérmelo, he podido contribuir al daño a la soberanía indígena que causan quienes se apropian erróneamente de una identidad que no les corresponde. Específicamente, reconozco el daño a la Nación Cherokee, la Banda Oriental de Indios Cherokee (East Band of Cherokee Indians, EBCI), la Banda Unida Keetoowah de Indios Cherokee (United Keetoowah Band of Cherokee Indians, UKBCI) y el pueblo cherokee en general. Cuando aparecieron casos de fraude de identidad de alto perfil, le pedí a mi familia que confirmara nuestra ascendencia cherokee, y nunca dudaron. Aunque es difícil cuestionar la palabra de tu propia madre, ahora me doy cuenta que debería haber verificado estas historias familiares mucho antes y de forma independiente.

No fue hasta que una colega me compartió recientemente que había ciertas inquietudes o dudas sobre mi afirmación de ser descendiente cherokee que comencé a investigar más allá de las tradiciones orales y los documentos familiares. Durante la primavera de 2024, comencé a hacer mi propia investigación genealógica. Fue cuando finalmente comencé a dudar de las afirmaciones de mi familia sobre nuestra ascendencia cherokee. En julio de este año, llegué a la conclusión de que la única evidencia concreta respecto a la historia familiar del lado materno es que es blanca. Fue entonces cuando comencé mi proceso de rendición de cuentas, compartiendo mis dudas con las personas a las que más afectaría: las organizaciones indígenas con las que trabajo, mis colegas con los que colaboro y, sobre todo, mis estudiantes de posgrado actuales y anteriores. Ahora estoy aceptando que mi falta de investigación independiente sobre mis antepasados me hace cómplice con las estructuras coloniales que suplantan a los pueblos indígenas y socavan el derecho soberano de los cherokee a definir su membresía. No soy cherokee, independientemente de lo que me haya contado mi familia. Asumo la responsabilidad por los daños que he causado al no investigar esta afirmación previamente. Lamento profundamente cualquier daño que haya causado mi aceptación crédula de las historias de mi familia. Por estas razones, he dejado de identificarme como descendiente cherokee.

Mi investigación sobre las mujeres en el movimiento chicano y el proceso de acompañamiento a la organización de las mujeres indígenas en México y su diáspora durante los últimos 25 años no se ha derivado de mis propias creencias falsas sobre mi herencia cherokee. Sin embargo, esas creencias aún influyeron en cómo he caminado por el mundo y cómo me he presentado ante los demás. Mi formación en el feminismo de las mujeres de color y el activismo queer cuando era joven inspiró mi compromiso de por vida con la justicia social, así como con los derechos y la solidaridad indígena, más específicamente. Me siento devastada por cualquier daño a mis estudiantes, colegas y aquelles con quienes he luchado durante treinta años en los movimientos de justicia social a los que les he dedicado mi vida. Durante mi trayectoria educativa como estudiante, no recibí ningún recurso específicamente designado para los pueblos indígenas, pero reconozco que es posible que mi afirmación de ser de ascendencia cherokee y tailandesa haya contribuido a que recibiera recursos destinados a aumentar la diversidad en la academia. Como miembro de la facultad, solo he recibido una beca para investigadores indígenas y he iniciado un proceso para reparar cualquier ofensa involuntaria que haya cometido.

Todavía estoy en el proceso de aprender a ser íntegra, ya que se ha cortado la hierba bajo mis pies, de mi propio ser, de quien he sabido ser en el mundo. A pesar de esta desorientación, estoy comprometida a restaurar la integridad y a orientarme hacia un camino de sanación, de justicia restaurativa y de cómo ser una mejor aliada. Seguiré teniendo un profundo compromiso con los derechos y la soberanía de los pueblos indígenas y estaré dedicada a los derechos de los pueblos indígenas en todo el mundo. Ofrezco mis más sinceras disculpas a todes aquelles que han sido perjudicades por mi inacción y a mis estudiantes y colegas de UCLA en el Departamento de Estudios Chicanos y Centroamericanos César E. Chávez, así como en los otros departamentos, programas y centros a los que he estado afiliada, incluidos los de Estudios de Género y Estudios Indios Americanos. Como parte de este proceso de rendición de cuentas, estoy abierta a entablar una conversación con aquelles a quienes he perjudicado, y acogería esta oportunidad con agrado como parte de mi práctica de rendición de cuentas, sanación y reparación.

En solidaridad y en los primeros pasos de reparación,

Maylei Blackwell

Fotografía familiar

circa 1970